No me dejes llorar si me despojo
de la creciente luz de tus dos lunas.
Dame consuelo y prende de reojo
el alma que traidoramente acunas.
No permitas que el aire se te enviude
de suspiros que llueven de mi boca:
A tus pechos desnudos loca acude
por besar, por morder, por morir loca.
Y mis manos te escalan, alfareras
de tu cuerpo de barro idolatrado,
y tornean tus curvas hechiceras.
Y asalto tu placer cuando incendiado
me rinde las sonrisas zalameras,
la patria que conquisto enamorado.
* Benjamin
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