Y yo te regale una flor
y no y no
pa conquistarte el corazón
tan solamente pa que vieras
y compararas ay su belleza
con tu cara o tu piel con su color.
Pero que mala suerte,
Dios mio que mala suerte
que cuando la cogiste se marchitó.
Y no era una flor cualquiera,
y era ay del jardín ay de mi corazón.
Mi sueño era ponértela en el pelo
mientras tu me discutías
por ponerla en un jarrón.
Pero que mala suerte,
Dios mio que mala suerte
que cuando la cogiste se marchitó.
Ay por tu hipocresía
ay acabaste por los suelos,
como caen los castillos.
Acabaste con mi amor.
Y el mismo que fraguamos
cuando éramos solo niños.
Ay yo ya no creo en el amor,
tampoco pienso yo en tus besos.
Que solo creo en el rencor.
Ay estos pensamientos
no sé adónde llevarán
a mis penas y mis tormentos.
Sólo quiero estar solo
con mi guitarra y mi canción.
Tan solamente voy pidiendo
una tierra, una pala y un boquete
pa enterrar mi corazón,
y ponerle en letras grandes,
y ponerle en letras grandes
¡Aquí ha muerto nuestra ilusión!
Porque dime porque me haces sentir
que no soy nada,
porque ay me estás hiriendo
siempre con tus palabras,
porque y a cada fallo esa mirada,
porque ay de un granito,
ay primita mía, haces una montaña,
porque ay no me das la paz
y me das la guerra,
porque dijiste si sí tu sabes
primita que en una iglesia
se jura ay para siempre
un matrimonio.
Ay yo ya no creo en el amor,
tampoco pienso yo en tus besos.
Que sólo creo en el rencor
Quiéreme, quiéreme, quiéreme
y de tu boca no salga que
tu nunca me has querido.
Tarratrán, tarratrán, tarratrán
que si me veo por las calles
me vuelvo loco perdío.
Quiéreme, quiéreme, quiéreme
que debería ser un océano
y solo soy un río.
* El barrio
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